miércoles, 2 de marzo de 2011

La tia Felisa

Ayer enterramos a la tía Felisa.


Tenía mas de 90 años y podríamos decir que su mente hacía dos o tres años que había fallecido a manos del "señor" Alzheimer.

Fue triste despedirse de ella. No ya por su pérdida -que también-, mas bien por el paso resumido por mi mente de lo que solemos llamar; "la película de su vida".

Nacida en una familia humilde, en aquellos años en que la penuria era la compañera mas fiel. Su infancia en los años 20, había transcurrió no solo en la pobreza -cosa común entre la gran mayoría-, tuvo además sus especiales y dolorosas particularidades.

Contando muy pocos años de vida, su madre la había cambiado por una "borrica" (parece ser que a unos feriantes o algo así, no tengo constancia cierta de este detalle), pero si que había sido cambiada por la burra. Ella se escapó de aquella familia, e ignoro como, había conseguido llegar a una localidad vecina de nuestro pueblo, donde su tío Francisco fue a recogerla.

Vivió con la familia del tío Francisco donde le dieron cobijo, aunque al parecer no fue una estancia placentera. María la mujer de su tío parece ser que no debió darle muy buen trato ya que pasado un tiempo, se marchó a casa de otra tía. No fue una buena idea ya que empeoró de tal modo su anterior estancia, que pasado un tiempo, de nuevo se volvió a casa del tío Francisco.

 No tengo intención de hacer un relato muy extenso. Solo unas pequeñas pinceladas de su vida como homenaje a ella.

Vivió durante los años de su juventud trabajando en cuantas cosas le salían, lavando ropa, encalando paredes, trabajos en el campo...

Se casó y tubo 5 hijos, una hembra y cuatro varones.

Su marido tenia una trabajo mal remunerado -como por otra parte la mayoría-, haciendo que fuese siempre corto para alimentar 7 bocas. Por ese motivo, tuvo que compartir el tiempo del cuidado de los hijos y de las faenas de la casa, con otros trabajos que le encargaban y que -aunque como de costumbre mal pagados-, ayudaban a aliviar su indigencia.

La vida no fue un regalo para la tía Felisa. Su marido enfermó y murió, cuando aún el mas pequeño de los hijos, no había abandonado  la cuna.  A partir de ese momento, tuvo que redoblar -mas si cabía-, sus trabajos en todo lo que le salía para poder llevar a adelante la casa y los hijos.

No creo necesitar decir que la naturaleza nos suele reservar normalmente lo peor para el final y ella no fue una excepción.

Ahora descansa. Hasta siempre tía Felisa.

Nada mas.

2 de marzo de 2011

   

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